Saborear el Contrapunto de Iván Ferreiro y Zahara es sentirse, sin duda, privilegiado. Si la amistad de verdad existe, en el Pabellón 8 de IFEMA fuimos testigos. Una gran noche para dedicarse a esto.
🖋️ : Marta González (@Martirulirita), 📸 : Bárbara Téllez (@BbEmergentes)
Ferreiro y Zahara
Contrapunto para el ruido de las giras trepidantes para mostrarnos los lazos de la música. No sólo encontramos una reunión de dos, fue también una unión de bandas preciosa. Todos estaban allí para celebrar en directo. Para celebrarse, sobre unas tablas negras en las que jugar a hacer música.
Zahara abrió con “Canciones para el tiempo y la distancia”. Ferreiro respondió con “Leñador y la mujer América” entre estrellas y un tinte azul en el aire. Así, intercambiaban bandas, intercambiaban canciones, con el respeto de unas miradas que jamás dijeron tanta verdad.
Dejaban en las manos del otro su trabajo pero se quedaban allí para disfrutarlo. Ferreiro, apoyado en su guitarra, cantaba sin micro por detrás de Zahara. Y así ella se apartaba para tararear en el turno de él, o se sentaba a su lado al piano y lo miraba como quien se sabe delante de un momento importante. Los músicos entraban y salían, ellos permanecían.
Entre lentejuelas rojas nos regalaron a dúo “Tupolev” y “Guerra y Paz”, dejando la puerta abierta a las esperadas (y recelosamente guardadas) colaboraciones.
Colaboraciones y magia
Miren Iza, vocalista de Tulsa, nos empapó con “El Diluvio Universal”. Una voz tan dulce como hiriente, bradicardia y parada total.
Cuando conseguimos recuperarnos del frío que llevábamos por dentro y quisimos regresar, Zahara señaló la presencia imponente de Ricky Falkner, productor además de mano prodigiosa que vibra las cuerdas de su guitarra y pone voz a Egon Soda. Nos acercaron juntos a la calma infinita con cada verso. Nada más lejos del infierno aquel “Bueno, averno”
En este punto, se produjo el reencuentro inesperado de la noche. Fon Roman aparecía ante el cariño de Ferreiro que daba paso a “Fechas Caducadas”. Rememorando así las voces y guitarras de la banda del 91. Aquello fue lo más cerca que hemos podido estar de Los Piratas.
Con gamberrismo sensible tiñó Dani Martín “El equilibrio es imposible”. Y cuando parecía que no había manera de sentir más, Zahara y Marti Perarnau IV abrieron las puertas de “Las ventanas se encienden”. Ese “Y aquí ya no hay quién sienta. Aún así continuaré. Continuaré” es un mantra que no pocos llevamos dentro (Gracias, Mucho, por tanto).
“Big Bang” o cómo convertir una canción preciosa en un baile de dos.
Para cantar sobre explosiones: Pucho de Vetusta Morla. “Big Bang” o cómo convertir una canción preciosa en un baile de dos.
Fin de fiesta
Llegando al broche, la Bestia sacó sus chaquetas de flecojuelas (esa combinación de fleco y lentejuela tan característica de Zahara, you know), y el baile se apoderó de todo el pabellón. Maullamos a gritos verdades como garras.
Desde la playa de “Túrnedo” se despidieron juntos. Todos juntos. Dando las gracias a cada uno de los nombres que hicieron posible aquello. Nombrados uno por uno.
Bajo aquel techo de metal bailamos a la libertad que se esconde en la música. Lejos del mar, Iván Ferreiro y Zahara nos llevaron en volandas, abrazados a su sueño.
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