Badlands
No es ningún secreto que Badlands son una de mis debilidades. Sí, soy así de pureta. Denunciadme.
Real que me quería morir de cansancio. Real que mis compañeros de piso se fueron a dormir porque no podían más. Y real que me fui a por algo de cena, sobreviví charlando con amigos que me encontraba y me planté en su escenario a la hora acordada.
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Badlands saben a whisky del bueno. Tienen el color dorado de los campos de maíz y el regusto de una barbacoa al lado del granero. Suenan al mestizaje del peso del contrabajo y las salpicaduras del banjo. A la fiesta del violín y el ritmo de las guitarras. Y esa voz… Badlands son mi debilidad. No hay nada más que añadir, señoría.