Luis Fercán es música descarnada. Es el corazón en un puño hecho canción y risas cerveza en mano entre tema y tema. El equilibrio entre visitar lo que te toca más dentro y disfrutar de un buen rato entre amigos. Entre la aspereza de la voz trasnochada y la claridad de un instante de calma, lamiéndote las heridas. Luis es ese equilibrio y por eso siempre que toca en directo queremos repetir.
🖋️y 📸: Bárbara Téllez (@BbEmergentes)
A ver qué escribo ahora después de este inicio. Empezaré diciendo que vi a Fercán en directo en enero. Tengo cuentas pendientes mucho más antiguas… pero cómo perderse un plan así.
Podría sobrar hablar de la ilusión de volver a la sala El Sol. Le sobrará a otro, porque El Sol para mi es un refugio de grandes recuerdos. Podría hablar de muchas noches. De Morgan, de Badlands, de Kitai, de Atraco… Sin embargo, cuando cruzaba la puerta sólo pensaba en mi última fiesta pre pandemia. En la verbena de Los Vinagres y en los Jack&Ginger de después. Llevo un año agarrándome a ese recuerdo.
Bajaba la escalera con la ceremonia de una entrada en escena. Abajo se abrió la puerta y escuché el jaleo de la sala. Qué extraño y qué bonito sentir emoción por algo así.
Luis Fercán en El Sol
Venga, vamos al grano, que me pongo muy tonta. Arrancó la noche Iñigo Merino. Descubrimiento. Me quedé colgada de su voz aireada y su sonrisa de medio lado. Porque cerraba los ojos, como si estuviera solo en casa, y de repente sonreía. Por qué ese verso, qué estaría recordando. Ya averiguaré.
Salía entonces Fercán al escenario entre aplausos nerviosos. Solo y amarrado a una guitarra. No necesita más. Es una de las cosas que más me gusta de ir a verlo. No echo de menos una banda, no echo de menos las luces ni el humo. No quiero más que quedarme quieta y escuchar.
Qué mentira tan grande, si yo no paro de cantar. En conciertos como estos te contienes. Te lo intentas guardar y mueves los labios sin emitir sonido. “Y yo absorto en su boca zalamera”. Entonces, a tu alrededor, se levantan voces tímidas. Lo hacen despacio y despacio te unes tú a ellas. Ves que Luis sonríe y se aparta del micro. Él lo deja crecer y tú sueltas el embrague y dejas que el coche se mueva.
Abajo, en las sillas que crecían ordenadas como un cultivo, arrancamos con el embrague. Arriba, donde se avecinaba una fiesta, se pisó el acelerador. Vamos a por ello.
Colaboraciones
Hablaba antes de las risas y de la naturalidad de Luis. En El Sol se rodeó de amigos y reímos todos como una noche en la puerta de El Barco. Nacho García (St. Woods), bromeaba con la necesidad de los músicos de ser protagonistas y anunciaba un tema suyo. Luis y él cantaban “On me” con una voz nítida y sentida. Precioso.
Echamos mil de menos a Yoly Saa en el medley “Galicia”-”Portugal”, pero cantamos como locos tratando de llenar su ausencia. Luis apenas tocaba. Desnudó la canción, cantando pegado al micro y mirándonos como si fuéramos un regalo. “Esto de ver el polvo flotando en mis dedos…”.
Iñigo Merino subía al escenario a acompañar a Luis en “Todo el miedo” y vaya tela. Esa pausa. Si has escuchado a Fercán sabes de qué pausa hablo. Se cortó el aire en El Sol en el segundo que tardó en retomar.
Subía entonces al escenario su “puto guiri favorito”. Entre risas y abrazos, Dan Millson también reclamó tocar un tema suyo, se colgó la guitarra y empezó a tocar. No apunté qué tema era. Sorry not sorry, me lo estaba gozando. Hacía mucho que no veía a Dan, entendedlo.
La última colaboración de la noche fue… No tengo palabras. Con todos mis respetos a todo el mundo, pero Ede es demasiado. Demasiado para mi estabilidad emocional. Ella presentó el tema alabando que Luis rompiera con alguien y le escribiera para darle las gracias. Fue increíblemente descarnado. Doloroso casi.
Sólo veía las manos de Ede frente a su cara compungida. Sólo escuchaba sus voces. Rota contra llorada, encontrándose en el medio y sumándose. Ellos se miraban y lanzaban buenos deseos rebosando tristeza. Daban gas y volvían a dejar rodar las ruedas sólo con la inercia. Y, de repente, una mirada y pisaban el acelerador, como si el movimiento arrastrara las lágrimas.
Fin de fiesta
Espérate, que acabo de leer lo que he escrito y se me ha ido la mano de intensita. Voy a descargar esto. ¿Que es emocionante ir a ver a Fercán en directo? Lo es. ¿Que yo aquí no he contado las partes divertidas? Pues también.
Dejémoslo en que Luis nos riñó por aplaudir la presentación de “6 a.m.”. Dijo que no podemos aplaudirlo todo. Va a ser que es raro celebrar las canciones muy tristes, muy tristes, muy tristes.
Resultó también que quiso tocar un tema nuevo y que el público le obligó a tocar “Bolero-Vals”. Mucho fan incondicional había allí si no le dejamos ni elegir el tema con el que sorprendernos. Qué voy a decir yo, que floté como una imbécil en Siroco escuchándola(s).
Luis se despidió prometiendo una fiesta e invitó a todas las colaboraciones a subir al escenario para tocar “110”. La sala cantó desde el segundo uno. Luis levantaba la guitarra y cerraba las vueltas con su habitual púa arriba seca y contundente. Hizo el último billo casi a capella, con la gente loca perdida… y se acabó.