LAREDO PRESENTA “EL MIEDO Y LA VERDAD”

Laredo - Costello
Laredo presentan “El miedo y la verdad” como una declaración. “La verdad, es complicado”, pero sólo hay que escucharlos para entenderlo. La propuesta de Manu Piñón y Pablo Pérez es energética, reflexiva y cruda y expresa su profundidad en una colección de letras y de sonidos que se entrelazan y fortalecen mutuamente. Fue un concierto para bailar una vez y pensarlo muchas. Me da que eso son las ganas de repetir.
Bárbara Téllez (@BbEmergentes)

Hace ya un tiempo que los madrileños veníamos oyendo que si Laredo tocan aquí o tocan allá, pero yo aún no había tenido oportunidad de verlos. Con el disco en la mano el asunto ya prometía. Sin embargo, como pasa con las mejores bandas, la verdadera magia está en el directo.  

Abrían con “Solo“, introduciendo poco a poco a la banda en la canción y al público en el concierto. Manu y Pablo se miraban entre golpe y golpe y volvían a dejarse llevar, sonriendo y contagiando esa sonrisa entre los que estábamos frente a ellos. No hubo “miedo a que no me escuchéis”, sólo ganas, y aquella energía se extendió por la Costello como el humo del escenario.

Disfrutamos del ritmo energético de “Ver salir el sol“, la fragilidad de “Pasos de baile” y la emotividad de “Los demás“, que comenzó limpia y dulce para acabar reventando en una subida de intensidad que rubricaba la guitarra de Pablo Pérez con un solo de órdago. Y ya que hablamos de Pablo, nos lo esperábamos a las 6 cuerdas y a los coros, pero nos sorprendió cantando “Parado“, tema que quedó fuera del LP y que nos dejó con ganas de explorar en esas rarezas que se guardan en la manga los Laredo.

Volvimos a cantar guiados por la voz clara de Manu Piñón en “Negar la mayor” para acabar perdidos en cada sílaba, en cada una de esas consonantes que vibran cuando pronuncias las palabras del estribillo. Nos esperaba otro inédito: “Otra vez“, que entrelazaba la base pesada de Paul Rodas con los toques de tensión de las teclas de Juan Carlos Ontoria y que nos condujo a la melancólica “Tres o cuatro amigos“. Se sentía la complicidad, el tema se metía golpe a golpe en el cuerpo y se desbordaba en un estribillo que Manu y Pablo cantaban con el corazón en la mano.

La recta final del concierto la encaramos versionando a Ryan Adams para luego caer en el crudo “La verdad“, que nos sostenía de puntillas sobre el ride de Rodrigo Ulises Díaz a la vez que nos calaba con la enorme expresividad de Manu. “Luces y oscuridad” recogió todo aquel cúmulo de sensaciones y nos abrazó en un susurro que se extendía por la sala y que nos preparó para la cruda intimidad de “Todo va a ir bien“. Ni eché de menos los vientos del estudio, fíjate tú. De eso me he dado cuenta en casa. En el momento me quedé absorbida, envuelta, consciente de sentirme perdida y, pese a todo, feliz de sentirme acompañada.

Me fui de Costello y me puse el disco, así soy yo. Quería pensar algunas letras, quería revivir algunos momentos… Me gustó tener curiosidad por algunas canciones, me gustó releer mis notas fijándome en los detalles que habían hecho que soltara la cámara y me quedara de pie como una idiota. Me gusta la aleación de letras reflexivas y ritmos intensos. Me gusta que las canciones sean incisivas en la letra y emotivas en la música. Qué queréis que os diga. Me gustó 🙂

 

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