FUEL FANDANGO Y EL ÚLTIMO AMANECER DE AURORA

Fuel Fandango
Fuel Fandando - WiZink Center
No es ningún secreto que ir a ver a Fuel Fandango es éxito asegurado. La gira “Aurora” los ha llevado por todo el mundo y quisieron despedirla por todo lo alto en el WiZink Center de Madrid. Toda una fiesta en la que repasaron algunos de sus temas más emblemáticos y pusieron a bailar a casi 5000 personas absorbidas por esa intersección entre la tradición y la vanguardia que los Fuel manejan tan bien.
Bárbara Téllez (@BbEmergentes)

El WiZink hasta la bandera y Fuel Fandango pisaba el escenario para colocarse en la hilera de sillas que daba un marco al primer acto. Acompañados del guitarrista clásico Dani Morón, desplegaron su repertorio más flamenco en un inicio de concierto lleno de intimidad y emoción.  “Medina” trajo al escenario al bailaor Daniel Navarro, que partía el tablao al frente de la banda para después retar a Nita en un duelo de miradas que quebró corazones.

Se levantaba el telón de terciopelo para dejarnos ver el escenario que ocuparía la banda en eléctrico, coros y metales incluídos.  Lo voy a decir ahora porque no me puedo aguantar. Cómo molan los coros y los metales. No me puedo poner a nombrarlos a todos, pero cuando levantas la vista y ves esas caras sabes que el éxito está asegurado. Son el empujón extra, la guinda perfecta para una tarta que creías que ya lo tenía todo. Y así nos lo gozamos con temazos como “Mi secreto“,  “Today” o “Burning“, que nos mantuvo en un hilo que vibraba con el charles de Carlos Sosa para después explotar en un estribillo final que agitó la sala entera.

FUEL FANDANGO

Con Ale Acosta a las mandos del sinte Nita lucía cambio de vestuario y e invitaba a El Niño de Elche para engalanar “El todo y la nada” de emoción. Acabaron cantando abrazados y el Palacio de los Deportes entero cantó con ellos hasta el final. Los Fuel Fandango nos preparaban de nuevo para el subidón con “Fighters“, en la que Pablo Pérez dejaba el bajo para colgarse la guitarra y elevar la energía de la sala por las nubes. Y una vez arriba de nuevo bailamos como descosidos.

No podían faltar en el repertorio básicos como “Toda la vida“, que trajo de nuevo a los metales a aderezar la fiesta, o “Shiny Soul“, que es casi insignia de las ganas de bailar. Las voces de Ale y Nita se intercalan y entrelazan, suben un poquito… y entra ese ritmazo que se te mete en el cuerpo y no te deja quieto.

La intro que anunciaba “Nature” nos daba un segundo de descanso y nos devolvía al enfoque más flamenco de unos Fuel Fandango que todavía tenían energía que repartir. Subidón enorme con Nita, que hay que ver cómo canta, y que acabó taconeando  enloquecida sobre la tarima y bailando frente a Ale. La energía iba subiendo y alcanzaba su punto álgido cuando Carlos Sosa y Pablo Pérez se regalaban un momento entre miradas de complicidad. Enorme.

Nita y Ale hablaban de celebrar la vida y llenaban el WiZink de intimidad con un “Fragile” a guitarra y voz que conquistó corazones. No podía quedar la cosa ahí y volvía la banda para terminar la fiesta por todo lo alto. David Carrasco se adelantaba en el escenario para desatar la locura con el saxo en “Always searching” y acabar tocando frente a frente con Nita, que lo desafiaba abanico en mano. El riff de “Salvaje” anunciaba entonces un final que no queríamos que llegara, y que los Fuel Fandango reventaron en un derroche de energía y actitud, haciéndonos a todos salvajes.

Fuel Fandango tiene una propuesta atrevida y con carácter, de las que te encogen y al momento te inundan de ganas de gritar. La complicidad de la banda se transmite y te cala, el ritmo te pone un pie a tierra, comienzas a dejarte llevar… y cuando crees que ya lo tienes controlado Nita da un paso al frente y te revienta. No es el vestuario ni el baile, es que imposible no seguirla allá donde va y no dejarse la voz para cantar con ella. Mira que me cuesta hablar de alguien en concreto en las conclusiones de las crónicas, y mira que los Fuel tienen cosas increíbles que decir, pero quién no se queda con la imagen del cuerpo en tensión de Nita, con esa mirada por encima del abanico, a punto de arrancar a cantar y dejarte loco. Qué tensión, qué energía. Qué pasión.

 

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