Yoly Saa conquistó Inverfest con un concierto que bien merece una crónica larga. O igual merecía que fuera al grano y no os tuviera leyendo un siglo. Pero ¡cómo no contar todo esto! Me comprometí en el vídeo de 30 segundos a escribir… y aquí estoy. Más no puedo hacer.
Bárbara Téllez (@BbEmergentes)
Yoly Saa
Si Yoly Saa es más bonita se muere. OK. No he dicho nada que no sepas, pero lo tenía que decir. En su “30 segundos” admitía ser una tía triste encima del escenario… y debajo no tanto. No nos pasemos, que triste no es. Intensa sí, ¡pero qué necesario es ponerse delante del espejo de vez en cuando!
Yoly equilibra el desgarro con una alegría inocente que sólo sientes cuando te descubres sonriendo sin saber por qué. Tal vez no deberíamos tener miedo de ser vulnerables. Tal vez el miedo venga de tener algo que perder. Hay algo bonito en jugársela, en no reprimirse por miedo a que duela.
Al finalizar “A vida o muerte” decía: “Si yo he sobrevivido a esta canción vosotros podéis sobrevivir a escucharla”. Eso después de cantar con los dientes apretados. Después de abrir los ojos y soltarlo. De liberar la canción. Seguramente aquel momento sea el mejor resumen que puedo hacer de este concierto.
La última vez que la entrevisté nos reímos de todo esto. Me encanta poder reírnos de lo intensas que somos. De que cantar es como gritar en medio de la calle. Del tiempo que tardamos en soltar las cuerdas y de cómo un día decides que se acabó y lo mandas todo al carajo.
Pero venga, me dejo de historias. Voy a contaros qué pasó en Inverfest.
Yoly Saa en Inverfest
Pasaron muchas cosas. Yoly cumplió su palabra y Paula Vegas tocó “Ya no volverás” a la guitarra. Invitó a Ede, María de la Flor y Eva McBell a un medley que hablaba de cómo las similitudes superan a las diferencias. Se solaparon las letras. Se cruzaron las voces y las armonías haciendo una trenza. Enredándose, sosteniéndose unas a otras y separándose para deshacer el lazo. Fue precioso.
Yoly se quedaba sola en el escenario para tocar lo que es la segunda parte de “Galerna”. Habló de esas canciones que no tienen nombre y que no graba. De esas que sólo viven en la magia del directo. De las que le han enseñado a cantarle a las cosas buenas. Cantó a los hoyuelos que sirven de trinchera y yo pensaba en las canciones en las que me he apertrechado y me guardé un abrazo para dárselo después del concierto.
Mirando atrás. Caminando hacia adelante
Repasamos los temas insignia cantando como cosacos. Sé que esto no es ninguna sorpresa, pero no puedo no decirlo. Desde “Tercera guerra mundial” a “A golpes de fe”, pasando por “Galerna” y ese punteo delicado a cargo de Samu Gamallo. Tremendo.
Me quedé enganchada de esa bate a la derecha de Xerach Peñate en “De seis a seis”. De la delicadeza de “Caigo” y de cómo se fue llenando. De cómo el Teatro Infanta Isabel soltó las riendas y empezó a cantar.
No todo podía ser una mirada atrás y Yoly adelantó un tema del próximo disco y desplegó el camino que está por recorrer. De esos detalles que venían salpicando el concierto con un poco de latineo, con el bajo de Carlos Bueno incitando a moverse y con esa voz dispersa con el humo del autotune. Es refrescante aparcar un momento el sonido de cantautor y dejarse empapar por el mood de la música que describe el momento en el que vivimos.
Fin de fiesta
No podía faltar Luis Fercán para cantar “Galicia”. No sé ni qué decir aquí. Ellos dos juntos son magia pura, pero la colaboración de Javier Celada fue la guinda perfecta. Esta canción es un canto de amor verdadero. Cantarla con ellos es como hacer una reverencia. Como compartir por un momento algo a lo que no perteneces, pero que te acoge y te abraza.
Para el bis, Yoly puso condición de que el jaleo del teatro se escuchara en Júpiter y cumplimos nuestra palabra cantando “Todo contigo” y “El exilio”. Qué maravilla. Sí, uso “maravilla” como guiño al desastre de “30 segundos” que grabé. Pero esa es la sensación con la que me fui a casa y así es como quiero terminar esta crónica. Fue una maravilla.