Los Vinagres traen temas nuevos bajo el brazo. Me he permitido el lujo de titular esta crónica con esos temas porque ellos no tienen vergüenza… y yo tampoco. Vengo a contaros qué tal su concierto en Madrid y aquí va: Más verbena, el descaro de siempre y toda la fiesta que puedas soportar.
🖋️y📸: Bárbara Téllez (@BbEmergentes)
Los Vinagres en Madrid. Esto no pasa todos los días. Pasaba a menudo antes… pero pandemia. Por eso cuando los canarios anuncian que vienen por aquí una lo anota en el calendario. Una también se plantea si da a basto con todo lo que tiene entre manos, pero no tiene fuerza de voluntad.
¡Menos mal que no tengo! No podría perdonarme habérmelo perdido. Los Vinagres tenían preparada una verbena que bien merecía unos bailes. Y se los dimos.
Reel del postconcierto: Los vinagres en 30segundos
Desde el visor de mi cámara
Entré en El Sótano con nervios y prisas. Como si no fuera a pararse el mundo cuando sonara el primer acorde. Como si Los Vinagres no pudieran resucitar a un muerto hecho polvo de cansancio. Pues a esta muerta se le pasaron todos los males moviendo el culo desde una silla.
Vale, he mentido. Casi no ocupé mi silla. Lo bueno que tiene ser fotógrafa es que puedes colarte discretamente en un hueco al pie del escenario. Sólo un ratito aquí y otro allá, que no es plan de molestar, pero te cuelas.
Me pillaron tirada en el suelo haciendo fotos y posaron echándome una sonrisa. Observé desde la sombra cómo se partían el cuerpo rompiendo el ritmo para nosotros. Me dejé jalear y contuve las ganas de bailar como pude.
Los Vinagres en El Sótano
Sólo Los Vinagres pueden pasar de la “Verbenita” al garage. Del “Piñaso en la boca” y “Me enamoré de tu madre” al latineo de “Súmbale”. Y, cuando crees que te has enterado de qué va la vaina, te colocan “Aquí bien”. ¿Es pop? ¿Eso son arreglitos orientales? ¿Soy yo o tiene un rollito muy 80s? Y, la mejor pregunta de todas: ¿Qué más da? No hemos venido a poner etiquetas, sino a disfrutar un concierto. Pues disfrutemos, cantemos, ¡bailemos!
La verdad sea dicha, ellos nos animaron a bailar. Eso sí, sin levantarnos. Qué extraña contradicción y qué bien describe la nueva normalidad. Perdimos los papeles y gozamos la buena verbena. El Sótano vibró, cantó y gritó con Los Vinagres como si Madrid tuviera playa. Como si estuviera de vacaciones.
Y así, bajo los banderines, se formó una burbuja de fiesta. Una fiesta que a ratos explotaba y se volvía a contener, sonriente y un poco avergonzada de haber perdido el control. “Control” no es una palabra que vaya mucho con Los Vinagres, así que ellos lo agradecieron con unas risas y otra canción. “Pa que nos quedáramos con ellos”.
Se despidieron con “El camino” y dieron el primer próximo paso. El del próximo disco, el de la próxima gira y el de “ojalá más conciertos pronto”.
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