El pasado lunes 9 de diciembre acudimos a uno de los últimos conciertos de Guadalupe Plata en Madrid.
🖋️:Carlos Pérez (@carlosperezole) 📸: Max Guerin (@maxguerin.photo)
La cita tuvo lugar en la sala Fun House. Sorprende que la banda jienense acuda a una sala de este tamaño habiendo llenado salas mucho más grandes. Puede que por este motivo la banda ofreciera conciertos dos noches seguidas en el mismo lugar. La sala estaba llena, como era de esperar.
Guadalupe Plata
Para quien no conozca a la banda, comenzaron en 2006 como dúo formado por Pedro de Dios (guitarra y voz) y Carlos Jimena (batería). Al poco y hasta septiembre de este año, aumentaron la plantilla. Añadiendo a Paco Luis (bajo y barreño washtub bass). Este último se ha apartado de la banda recientemente para dedicarse a su familia. Dedicados casi exclusivamente al Blues y la música de raíz de principios del SXX, tocan palos cercanos al Western.
A pesar de ser una banda con un gran reconocimiento, renuncian a cualquier lujo. Pedro subió al escenario vestido con un traje negro a afinar la única guitarra que utilizaría durante el concierto. Un minuto más tarde lo hacía Carlos con un par de cervezas para él y un cubata para Pedro. Brindis y a repartir veneno como a ellos les gusta.
Concierto en Fun House
Comenzaron el concierto con “Navajazo“, un tema instrumental de su penúltimo álbum. Clarísima muestra del sonido pantanoso (como ellos siempre lo han llamado) que caracteriza sus discos. La estética fúnebre que comparten todos sus temas inundó la sala por completo.
Continuaron con temas como “El Boogie de la Muerte” o “Me vuelves Loco”. El dúo hizo que gran parte del público no pudiera parar de moverse durante algo más de una hora.
Guadalupe Plata en directo son una clarísima revolución contra todo lo que se suele ver en los escenarios actualmente. Nada de pose, mucha sencillez y naturalidad sin dejar de lado la profesionalidad. La sencillez de la que presumen se percibe en cada elemento que les rodea. Pedro armado con una guitarra, un ampli y no más de tres pedales de efectos. Carlos, por su parte, con una batería muy básica.
En una sala pequeña como la Fun House todo esto se disfruta el triple. Además, hay que mencionar que la decoración de la sala parecía haber sido elegida especialmente para el grupo. Los dibujos de las paredes recordaban a las escenas que describen en sus canciones e incluso a alguna de sus portadas.
Como no podía ser de otra manera, también tocaron “Calle 24” y “Me vuelves Loco”. Vaya dos cañonazos sonoros llenos de guitarras muy ruidosas y voces a punto de romperse. Llegando al final subió al escenario un colaborador para rascar una botella de Anís del mono que aportaba a las canciones un sonido aún más primitivo.
Pedro acostumbra a ser muy discreto entre tema y tema. Está claro que lo importante de la banda es la música y por eso no suelen dar explicaciones. Van al grano. El cantante y guitarrista no dijo ni una palabra entre canciones más que al acabar: “Muchas gracias, buenas noches”. En ese momento, Carlos se levantó despidiéndose del público dispuesto a dar por acabado el concierto. Sin embargo, pero Pedro dijo: “Espera, otra más”. Entonces tocaron “Corralera del Veneno”, hit de su último álbum lleno de frases siniestras y fúnebres. Con este tema cerraban un excelente repaso de toda su discografía.
Improvisación y sentimiento
Fieles a la filosofía Blues, sus directos destacan por tener una gran parte de improvisación y de sentir el momento. El dúo sale a tocar sin setlist. Esto quiere decir que no hay una selección previa de canciones que van a sonar en un orden concreto. En su lugar, Pedro indica cuál es el siguiente tema que van a tocar, haciendo que cada concierto sea único.
Es inevitable que esto no nos recuerde a The White Stripes, que hicieron lo mismo toda su carrera. Hay que decir que el sonido de ambas bandas tiene muchos puntos en común, como también los tienen con el sonido de los primeros discos de The Black Keys.
Es imposible no disfrutar con la excelencia y el sentimiento que ambos músicos demuestran en los directos. Sólo hay que observar los gestos de la cara de Carlos Jimena tocando la batería. Te das cuenta de que la aparente sencillez musical de sus temas esconde detrás un verdadero atractivo para la mente.
Pedro tiene un depuradísimo estilo con la guitarra que, lejos de virtuosismos y con la ayuda constante del slide, consigue crear texturas densísimas y muy grasientas que podrían ser comparables a algunos temas del mismísimo Tom Waits. Impresiona ver cómo siendo solo dos personas en el escenario consiguen tal intensidad tema tras tema con sonidos tan crudos.
Impresiona ver cómo siendo solo dos personas en el escenario consiguen tal intensidad tema tras tema con sonidos tan crudos.
Sin duda, Guadalupe Plata es una de las bandas más peculiares y originales de la escena española actual. En varias ocasiones los hemos oído decir que se sienten afortunados de poder vivir de la música. Son conscientes de que su futuro no pasa por ser una banda que da un pelotazo. Lo suyo es tocar finde sí y finde también. Así que esperamos que su ritmo no baje y continúen haciéndonos disfrutar con sus discos y más aún con sus directos llenos de energía y sentimiento.
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