Que la Maravillosa Orquesta del Alcohol está que lo rompe no es un secreto. Sold out tres días seguidos en Joy no se dice pronto, y no es para menos. Este septeto burgalés derrocha energía en un directo lleno de complicidad y desgarro. Sus letras honestas y tenaces se oyeron en un murmullo que recorría la sala, totalmente entregada a la magia de unas canciones repletas de frases imponentes y de arreglos escondidos. Puedes escuchar 10 veces un tema fijándote en todo y puedes tenerlos delante y no fijarte en nada y sólo sentirlo. Ellos tienen la magia de hacerlo todo con el cariño que te mece y la intensidad que te atraviesa. Así se queda uno en ese instante y no antes ni después.
Bárbara Téllez (@BbEmergentes)
Jueves noche, la primera de las tres noches de la M.O.D.A. en Joy y los nervios a flor de piel. Qué bueno tener a The Big Bench para calmarnos un poco y qué gran descubrimiento personal. Presentaron sus temas en formato acústico, apoyando el ritmo de la guitarra sobre el peso del piano y se metieron a la Joy en el bolsillo con su frescura y sus melodías pegadizas. Nos dejaron el ritmillo en el cuerpo y un gran sabor de boca y cuando se apagó la luz uno no sabía si tenía curiosidad por más o nervios por lo que venía. Ahí ya cada uno.
Silencio absoluto, oscuridad y la voz desnuda de David Ruiz dando las primeras notas de “Nubes negras” y ya se nos fue de las manos. La luz encontró un montón de voces hechas una y nos desveló a un quintal de músicos dispuestos a darlo todo. Y digo quintal porque a los 7 componentes de La M.O.D.A. se unió una sección de vientos que iba a hacer vibrar la sala. No tardó en llegar el ritmo y es que nos aguardaban clásicos como “Miles Davis”, que arrancó la pena de nuestras gargantas a golpe de algunos de los versos más potentes de esta banda burgalesa. La energía de “Amanecederos”, la gravedad de “Disoluto” y la energía de “Suelo gris” nos condujeron a la oleada de sensaciones que es “Amoxicilina”. La gente cantaba, los coros a cargo de Joselito Maravillas y Alvar de Pablo, esa subida de intensidad… Momentazo.
Llegaba el turno del tema que fue primer single de “¿Quién nos va a salvar?” y que presenta esa filosofía de banda que tan característica ha hecho a La M.O.D.A.: “Los hijos de Johnny Cash”. Desde las primeras notas de banjo (Jacobo Naya) intercaladas sobre la letra al final de película que se marcaaron, este tema puso a saltar a la Joy. Quedaba tela todavía y disfrutamos de temazos como “PRMVR”, “Catedrales” o “Los Lobos”, algunos de los temas más tensos de esta banda que ha hecho un sello de sus letras crudas y honestas.
Ellos tienen la magia de hacerlo todo con el cariño que te mece y la intensidad que te atraviesa.
Los ánimos por los cielos y nos dejamos llevar por las manos de David en la intro de “Flores del mal” para después caer en el ritmo energizante de Jorge Juan Mariscal (bajo) y Caleb Melguizo (batería), que se marcaron un final de infarto. David se quedó solo sobre el escenario para tocar “La cuerda floja” y nos caló en un cara a cara que hizo el silencio en la Joy. Volvía la banda para tocar “1932“, que comenzó con una intro suave y fue creciendo hasta ponernos de nuevo a saltar. “¿Quién nos va a salvar?” repiqueteó bajo los dedos de Alvar y dio paso a “Vasos vacios”, Iseo a las voces incluída. Vaya final se marcaron, todos al frente volviendo a la sala loca perdida.
Momento entonces para el bloque lento de la noche: “Ojalá” a voz, guitarra y acordeón, dejó temblando la sala y “Nueva Orleans” nos guió con esa intro tranquila para después explotar intercalando la firme mandolina de Adán Ruiz y los vientos. Los coros multitudinarios de los primeros versos de “Hay un fuego” dibujaron una sonrisa sobre la voz rota de David y todos nos dejamos mecer por las suaves notas del acordeón de Jose. Iseo se unió a la fiesta y vibramos sobre una de las letras más bonitas de esta banda que ha hecho de su filosofía un sonido.
Se despidieron con “Historia triste” versionando a Eskorbuto, pero volvieron con “Nómadas” entre las manos. Éste es uno de los temas que mejor recoge la variedad estilística del grupo y en el que hay momento para los instrumentos poco habituales que caracterizan el sonido de la M.O.D.A. Desde el solo de mandolina sobre los colchones de acordeón hasta el final a guitarra y voz, este tema plantea un proyecto rico en detalles para desarrollar unas letras profundas e intensas. Nos quedaba una, sólo una, y no podía ser otra que la que fue su primera canción en castellano: “Gasoline”. Intro de banjo, ese ritmo grave sosteniendo un estribillo que incita a cantar, los coros que se armonizan y la voz rota de David que puso a arder la sala a base de gasolina y alcohol. Magia pura.
Si algo son la Maravillosa Orquesta del Alcohol, es auténticos.