EL ENEMIGO: (CASI) VI A MEDUSA BOX EN VEGAROCK

Medusa Box - Cabezuela
Cuando se dan muchos conciertos algunos salen bien y en otros pasan miles de cosas. A veces, sencillamente llueve. A veces, la banda se hace un montón de kilómetros y no puede tocar. Mentiría si dijera que no me quedé con ganas de ver a Medusa Box en directo y a tope, pero ser Enemigo significa vivir la experiencia con los músicos, con lo bueno y con lo no tan bueno… y debo decir que hay algo especial en formar parte de ello.
William Miller, El Enemigo.

Previosly on: El Enemigo… ¿Quién coño es William Miller? o, dicho de otra forma: ¿Qué es eso de El Enemigo? Para los que aterricéis ahora mismo en este loco proyecto que es Emergentes, os diré que William Miller, El Enemigo es mi alter ego. Es el fan que se cuela entre los músicos como periodista y está inspirado en el protagonista de la película Casi Famosos. Ser El Enemigo me ha llevado a vivir grandes aventuras acompañando a Playa Cuberris, a The Grooves, al Sonorama, al Gigante En esta ocasión me subió al tren de Medusa Box, y no pude disfrutarlo más.

La mayoría os preguntaréis: “¿Cómo consigue colarse en esas cosas?”. Otros (incluidos mis padres) se preguntan: “Cuándo vas a dejar de hacer el idiota y de irte de viaje con gente a la que no conoces?” A todos os diré lo mismo: estas cosas surgen de forma espontánea y es una maravilla. A los Medusa los tenía fichados hace mucho, pero no conocí a Enric hasta hace unas semanas, en una entrevista. Cuando entrevistas a alguien y te gustaría quedarte a tomar una cerveza el asunto pinta bien. Pintó tan bien que acabé cogiendo el coche para adobarme con los Medusa Box en el Vegarock (Cabezuela)… y fue un puntazo.

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Me acogieron en la casa en la que dormían, nos tomamos unas cervezas y hablamos del reper y de temas rescatados para la ocasión. Ahora con perspectiva esa conversación da penusa. El caso es que nos presentamos en el Vegarock con ganas de tocar pero con deberes que hacer antes. Organizaron una cadena de montaje súper caótica en la furgoneta y prepararon el merchan. Me encantan estos momentos. Yolanda (manager) iba y venía preparándolo todo, consiguiendo tijeras, repartiendo los tickets de la cena… Y nosotros disfrutábamos de un aluvión de puyas y de risas de esos que nacen de la confianza total.

Con total confianza también nos desperdigábamos y juntábamos por allí. La organización nos dio de cenar el plato más carnívoro que he visto en la vida (viva Segovia, pero hasta yo eché de menos un tomatillo o un pimiento xD) y acabamos alternando café, cerveza y whisky en un mítico bar de esos de toda la vida. Esperar siempre es un coñazo, pero ahí anduvimos jugando al futbolín, adivinando anuncios y apostando quién pasaba de fase en Factor X. Ojo! Con el sonido en mute, que es high level.

El caso es que la calma se iba a terminar. Una que va feliz por la vida no mira la previsión del tiempo. Soy una inconsciente. Menos mal que me mantuve al día con el móvil de Jordi, que monitorizaba el radar en tiempo real. Parecía que había tregua y se subieron al escenario con ganas de reventar Cabezuela. Arrancaron potentes y precisos, con una energía sólida y llena de matices… y entonces empezó a llover.

Arrancaron potentes y precisos, con una energía sólida y llena de matices… y entonces empezó a llover

En menos de dos minutos el agua entraba metro y medio en el escenario. La música se acabó de golpe y todas las manos se concentraron en retirar el equipo mientras miraban de reojo el chaparrón que estaba cayendo. Yo estaba secando con un kleenex los pedales de Emili y los oía hablar de qué iban a hacer, pero aquello no tenía nada de buena pinta.  Los técnicos, los músicos, los que estábamos intentando ayudar… todos ahí en medio mirando las regletas empapadas y se decidió cerrar el chiringuito.

Estos momentos son un poco confusos. Recogimos el equipo y lo metimos en la furgo, pero entonces la organización propuso que tocaran en la sala en la que se había hecho la cena. Me asomé con Bravo y Nils mientras recogían las mesas… y vaya reverb, qué miedete. Pero los Medusa los tienen muy bien puestos y habían hecho muchos kilómetros para tocar, así que se montaron unos temas en formato trío. Era un poco surreal. Me recordó a los primeros conciertos de amigos en fines de curso y centros culturales. No sonó a concierto, no pudimos disfrutar de la garra de la banda al completo… pero al menos lo disfrutamos.

Salimos de allí volando y no pudimos ver a Maryland (sorry, chicos, ésta también habrá que zanjarla bien). La noche había sido muy intensa y nos esperaba un madrugón, ya que los Medusa tocaban la tarde siguiente en Platja d’Aro (no me queda claro si lo políticamente correcto es escribirlo en catalán o en castellano, pero así os hacéis a la idea de lo lejos que tenían que ir).

Dormimos 3 horitas muy poco ricas y me despedí de ellos con legañas, pero también con una sonrisa. Puede que no fuera mi mejor escapada como Enemigo, pero dejó la puerta abierta a intentarlo otra vez… y eso siempre es buena noticia 😀 Medusa Box!! Nos vemos pronto!!!

 

PD: Las fotos están patrocinadas por Javier Rancaño, que es un crack como una casa y me prestó su cámara ante la reciente muerte de la mía. Moló probar una Canon y no moló nada no tener tiempo de cogerle un poco el truco, pero si no es por él no habría fotos. Gracias Javi!!! 😀