Tucho presenta su primer álbum de estudio y lo hace como se merece: rodeándose de amigos y marcándose un directo de órdago.
Bárbara Téllez (@BbEmergentes)
Había nervios en la Siroco y no era para menos. Tucho presentaba en Madrid su formato banda y había ganas de dejarse despeinar. Muchos ya habíamos visto a Tucho en acústico. Además, yo me colé con ellos como “El Enemigo” y los vi en el Stardust de Soria. Todo aquello había estado muy bien, pero era sólo un entrenamiento para lo que se nos vino encima en Siroco.
No desvelo ningún secreto si digo que un directo es algo más que música. Hay conciertos que se disfrutan más si se cantan y se cantan mejor cuando uno se rodea del entusiasmo de una multitud. Éste es el caso del concierto de Tucho. No fue mi primera vez con ellos, pero sí la más emocionante.
Disfruté de la complicidad de una banda que se conoce y se admira
Disfruté de la complicidad de una banda que se conoce y se admira. Me subí a la nube en la que estaba Toño para intentar zambullirme en todo lo que pasaba por su cabeza.
Presentación en Siroco
Abrieron con “Coyotes” y pusieron a la Siroco a cantar desde el minuto uno. Si hubiéramos estado sentados diría que costaba la respiración y nos mantuvieron en pie. Como en Siroco no caben sillas, diré que entramos de cabeza a un concierto que nos mantuvo arriba tema tras tema.
Como decía, Tucho no tenía pensado dejarnos bajar así como así y encadenaron con “La marca“. Nunca sabremos si la Siroco cantaba porque ya se había estudiado el disco o por esos acústicos de Toño con Cris Méndez, pero aquí cantamos todos.
Admito que me siento tentada de repasar tema por tema. Soy buena gente y voy a dejaros que descubráis los secretos de Tucho conectando con ellos en directo. Sólo diré que hay que verlo. Hay que dejarse empapar por la intensa intimidad de temas como “Una huella en el tiempo“. Hay que escuchar a Toño contando cómo compuso “El miedo” y hay que echar todo ese pesar fuera para llegar ligero al momento de bailar.
A mi se me escaparon los pies en más de una ocasión. Lo de bailar no se lleva bien con lo de hacer fotos, pero si no pierdo el control un poco… ¿a qué he ido? Cuando las teclas de Daniel Romero anunciaron “El lobo gris” yo solté la cámara un rato para gozármelo como se merece y perseguir manos con la mirada. Aunque una esté trabajando, siempre debe regalarse un tema.
Tucho puso en los labios de la Siroco unos temas que son públicos desde hace cuatro días. Eso no tiene precio. Además, nos preparó alguna sorpresa en forma de tema inédito y de cover desnudo. Digo desnudo porque Cris y Toño se perdieron entre el público para tocar “Learning to fly” cara a cara con las sombras que observábamos hechizados.
Fin de fiesta
El fin de fiesta vino empujado por el ritmazo de “Las raíces” y “Siempre a la deriva“, que acabó poniendo frente a frente a Manu Perrino y Javi Rubio en un solo doblado de esos que da gusto ver de cerca. La voz aireada de Toño oscilaba entre la más absoluta intimidad y el arranque descarnado. La base rítmica de Dani Patillas y Mariana Mott mecía y levantaba de nuevo el tema. Y nosotros sólo pudimos dejarnos llevar y disfrutar.
Me quedé pensando mientras pedía una cerveza. Toño es Tucho, pero Tucho es una banda. Brota de una acústica rítmica, cuenta la historia de Toño pero suena en las manos de un montón de gente. Cada segunda voz, cada punteo, cada arreglo… colorean los dibujos que son las canciones. Los llenan de texturas, de luces y de sombras.
Toño es Tucho, pero Tucho es una banda.
Cuando entrevisté a Toño le pedí que me hablara de la banda y casi se le sale la sonrisa de la cara. He tardado un poco en conocerle y en entenderlo bien. La línea entre Tucho y Toño está en la banda, pero no es una cuestión puramente musical. La clave está en que en la banda están los amigos. Que me maten si eso no es la sal de todo esto.