Hotel Flamingo es ritmo y buenhacer. Es un momento de pausa para disfrutar de las cosas sencillas sin artificios. De las voces, de las guitarras y, sobretodo, de las canciones.
🖋️y 📸: Bárbara Téllez (@BbEmergentes)
Hotel Flamingo en Moby
Me presenté en Moby Dick con ganas de dejarme conquistar y, ¿qué me encontré? Melodías y armonías cuidadas, huella de unas influencias que Hotel Flamingo ha usado de cimientos para construir un proyecto fresco y personal. Hotel Flamingo no es Andrea Guasch y no es Rosco, es algo más.
Ya desde la apertura con “Hotel Flamingo”, la complicidad en la banda se palpaba en el aire. Qué grande es ver esas sonrisas de “no me lo estoy creyendo” y esas miradas de “vamos con todo”.
Cantamos temas que publicó Rosco en su día, como “Chica indie” o “Alma” con una vuelta de tuerca flaminga. Gozamos con “Boda en Las Vegas” y “Deja que me lance” a golpe de voces aireadas, armonías vocales y acústicas de esas que se conquistan los pies.
Bonus
No suelo comentar las covers de los conciertos, pero en este caso creo que es necesario. Primero porque fueron temas muy bien escogidos. Pero, además, creo que estas versiones explican bien de dónde viene Hotel Flamingo. Eligieron “Sargento de hierro”, de Morgan y “Take it to the limit”, de los Eagles (corazos de Álex Serra incluídos). Si esto fuera lo único que supiera de Hotel Flamingo, sería suficiente para querer escuchar sus temas.
Pero vamos con los bonus de verdad. Con algo que a mi me vuelve loca: las colaboraciones. Merino subió al escenario para presentar “Cadaqués” y a mi casi me da un parraque. ¿Cómo podía no tener controlado este proyecto? Maravilla. Estaré atenta.
Marta Sango acompañó a la banda en “Crónica adicción” y gocé locamente escuchando su voz clara y precisa. Fue precioso.
Como colofón, el grandísimo Litus subía al escenario para cantar “Los momentos melodías”. Madredelamor. Si es que no se puede molar más. Que Hotel Flamingo haya grabado este tema con él ya dice mucho de ellos. De sus melodías beatlelianas y de su forma de entender la música. Ni confirmo ni desmiento que lo tengo en bucle ahora mismo.
Fin de fiesta
Como todo en la vida, la fiesta tenía que terminar. Afortunadamente, no nos dejaron ir sin cargarnos las pilas con temas que estábamos esperando. No pude quitar la mirada de las manos de Álex Riquelme en “Insaciables”. Lo dejé subir y bajar, preciso y elegante, intentando bailar sólo en el sitio.
Cuando empezó “Discos y vinilos” la sala se vino abajo. Qué maravilla gozar en directo de unos músicos abrazan la redundancia ejerciendo la acción de amar la música tocando una canción sobre amar la música. No fueron las miradas ni las sonrisas. Ni siquiera las voces entrelazadas, elevándose una a otra. Fue celebrar que algo nos unía a todos los presentes. Algo que, definitivamente, conecta nuestros sentidos.
