Dije que no iba a escribir pero no puedo no hacerlo. No sé qué clase de introducción contaros sin acordarme de las vueltas que le he dado a “Entrar a matar”, de la primera vez que vi a Playa Cuberris en directo y del viaje al Latidos Fest, en el que hice amigos nuevos que encima me convirtieron en su Enemigo. Sé que esto suena extraño, pero El Enemigo es una sección muy especial en Emergentes. Los Playa Cuberris me dieron la oportunidad de representar el papel de El Enemigo y yo no puedo dejar pasar la ocasión de repetirlo. No iba a escribir porque no tomé notas y no las tomé porque estaba a las fotos, a los coros y, sobretodo, a disfrutar el concierto. Porque los Enemigos ante todo somos fans, y los fans cantamos las canciones como si no hubiera mañana… y por lo visto improvisamos con el texto.
Bárbara Téllez (@BbEmergentes)
Playa Cuberris están que lo rompen con “Entrar a matar” y el pasado 1 de abril pusieron la guinda colgando el cartel de completo en la madrileña sala El Sol. Fiestón para celebrar un lanzamiento que supone un gran paso adelante para una banda que va a dar mucho que hablar. Había ganas ya de esta presentación y los nervios hervían entre miradas de complicidad y sonrisas en el camerino. Arriba, los tremendos Temible agitaban una sala que se iba llenando y calmaba las ansias bailando.
Como me acuerdo más bien a trozos os diré que fue un desparrame y que se hizo corto. Que abrieron con “Maria Isabel” e incendiaron la sala, que la gente cantaba unas canciones que son públicas hace menos de dos meses y que la cara de los Cuberris era un poema. Se rodearon de amigos de mejor y peor calaña (entre los que me incluyo) y las malas influencias nos mirábamos entre sonrisas esperando el turno y bromeando sobre licor café. Rubén Pace (Mezcalina Jones) inauguraba las colaboraciones con “Viernes Verdes” y se volvió loca la sala al ritmo decidido de este tema que supone toda una declaración de intenciones. “Grifo y gas” calaba los pies de los que no nos podíamos estar quietos y nos dejábamos empujar y congelar por esos cortes limpios que te mantienen en un sinvivir.
“Huracán” sacó voces entre el público y yo cerré los ojos y disfruté esa pedazo de salida del puente a oscuras entre bambalinas, cantando sin hacer ni un sonido y con una sonrisa en la cara. No pensaba en lo que venía, aunque estaba nerviosa, y es que Irene de Lema y servidora nos preparábamos para subir a cantar unos coretes en “El rey de la ciudad“. No voy a mentir: Nos lo gozamos como enanas. Qué raro es subirse sólo a un tema y qué corto se hace, pero cómo mola. Cómo mola tener amigos que vivan una experiencia tan cojonuda como llenar El Sol de gente que se sabe sus canciones y cómo mola poder participar en la fiesta y disfrutar un momento con ellos. Sabes lo que tienes que hacer y lo haces con todo, y mientras tanto pasan miles de cosas, miles de miradas, de bailes y de momentos geniales. Gracias por invitarnos a formar parte de vuestra fiesta, fue un placer inmenso. Y tocamos con los Cú!! xD
A lo que vamos, que quedaba mucha tela por cortar. Rodrigo Valiente (The Trunks) se subió a desgarrar “Fantasma” con la energía de un titán y Pedro y él reventaron el tema a golpe de decisión. Mike Churches subió a tocar, pero no sé ni qué tema (ya sé que debí tomar notas). Sólo recuerdo quedarme hiptnotizada tratando de seguirle, de echar la foto y mirarle los dedos, de verle cortar el ritmo con el cuerpo… Acabó tocando con la Telecaster sobre los hombros y la gente se volvió loca. Tremendo.
Así como curiosidad os contaré que tocaron “16 cuerdas por un príncipe de Oriente“, una rareza que no está contenida en ninguno de los dos discos editados de Playa Cuberris y que se hizo un hueco en el repertorio casi como una sorpresa. Y qué bien, porque mola mucho. Y de sorpresa en sorpresa, llegaba el momento de que subieran al escenario Billi Fesser y Alberto Peto (La Banda de Fesser) a tocar “Blues de Nevera” y volver loca a la sala El Sol. Juego de voces, solaco y el público cantando los coros como si no hubiera mañana. Enorme.
Para el final del concierto los Playa Cuberris nos tenían reservado el desparrame. No voy a decir que lo mejor, pero sí lo más esperado. Los emblemas de esta banda se dejaron caer sobre la sala sin darnos tiempo paraa reponernos. “Hijo del pecado” arrancó las voces de los más entendidos en la materia, ávidos de un tema que ya es un clásico en su repertorio. Que te agarra al suelo bajo las manos de Roy y Dani y que te eleva con los punteos de Álvaro. Que te atraviesa con la voz de Pedro. Así luego no se extrañarán que el griterío se extendiera pidiendo el bis. Había cuentas pendientes y los Cuberris no tardaron en salir a tocar “Locos de atar“, uno de los temas más reclamados en los corrillos. Qué voy a decir, no es que tenga mi parte de culpa en eso de los corrillos (que la tengo), es que ahí había 450 personas cantando una canción que sabe a rock y a despedidas y que también respira en tí como una maldición. Aquella maldición respiró en mucha gente esa noche, esas cosas no se ven todos los días.
Pero nada de bajones, que la noche tenía que acabar por todo lo alto y los Cuberris no podían marcharse sin dejarse el alma en “Luces de Neón“. Como decía antes, estas cosas molan más cuando los que están ahí arriba son amigos. Pues no sé si salté y canté con los demás o sólo me quedé mirando, porque lo que recuerdo es verlos a ellos saltar y tocar como locos, parar y mirarse, sostener la canción en un hilo y volverla a lanzar. La sala dando saltos y ellos bailando, y el charles, y los “ohhh”, y la letra, y el desparrame del final. Enorme
Dadles carretera, grifo y gas 😉
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