El pasado 12 de mayo Rubio presentó su album debut, “Stay”, y había ganas. Algo habíamos visto en el circuito local de este proyecto, pero la presentación con la banda completa y las aportaciones de unos invitados de excepción fue la mejor declaración de intenciones que podían hacer. Rubio bebe de influencias pop, folk y soul y las salica de un aire noventero que te transporta. Se posa sobre ritmos precisos y se deja mecer por melodías suaves e intensas. Se nutre de miradas que cruzan el escenario para orquestar el juego de dinámicas y tú sólo puedes seguirlos y sonreír.
Bárbara Téllez (@BbEmergentes)
Sold Out en un Teatro Alfil que hervía de ganas y Rubio subían al escenario capitaneados por Cristina Rubio, alma de una banda que destila elegancia y emoción y los adorna de una cuidada instrumentación. Abrieron con “The game”, tema que también inagura “Stay” y que declara las intenciones de esta banda madrileña a golpe de profundidad y nitidez. Se abría la veda y comenzaba el repaso a este LP cargado de temazos.
“Harvest” conquistó la platea con una preciosidad de estribillo que meció la platea entera para luego enmudecernos bajo la magia del bajo y el chelo entrelazados bajo las manos de José Deza y Blanca García. Para “Only love” Rubió se acompañó de Roberto Pacheco al trombón, Raúl Gil a la trompeta y David Lads al hammond y juntos salpicaron de ritmo y soul un tema que, según palabras populares, es: “ehhh, subidón!”
No podía faltar en esta noche de presentación los temas que representan las influencias del folk anglosajón de esta banda y que recuerdan dónde empezó todo. “Same old, same old” comenzaba sobre la acústica de Javi Rubio para ir recogiendo el resto de instrumentos y acabar bailando sobre un estribillo que arrancó las voces de todas las siluetas que sonreían en la oscuridad del teatro. “Good old man” trajo de nuevo el trombón de Roberto Pacheco al escenario y fluyó con delicadeza, mecida por la nítida voz de Cristina.
La fiesta seguía y nos esperaban temazos. “Sinking boat” y “Believe” retomaban el corte pop de este disco y dejaban una de las perlas de la noche en forma de punteo. Se estaba haciendo de rogar el asunto, pero no podía faltar en este concierto el feeling bluesero de Javi Rubio, que puso corazones a cien por hora con un solo de excepción. Con el ánimo por las nubes caímos sobre el piano cortado de “This house”, mano derecha a tope, saltando sobre las brasas de una historia que termina por todo lo alto. La guitarra y el chelo se contestan, se eleva un momento y cae de nuevo. Y la voz de Cristina cambiando de plano, y ese ritmo que se te mete en el cuerpo… y cuando estás ahí volando… Se acabó. El griterío después de aquello fue tremendo.
Llegaba el momento de la sorpresa de la noche. Cristina se quedaba sola ante el peligro para presentar tema nuevo a piano y voz. “Agua sin sal” es la primera propuesta de Rubio en castellano y dejó el teatro callado y maravillado. No es fácil cambiar de idioma y mantener el poso, pero este tema recoge la esencia de Rubio y la lanza sentida con una letra de excepción. Muy bonito.
[imagebox maintitle=”Entre vista a Rubio” subtitle=”Letras ambiguas y pasionales y muy buen rollo” image=”http://emergentes.es/wp-content/uploads/gmedia_featured/161103_1254_DSC_0205-1-690×460.jpg” color=”white” space=”60″ link=”http://emergentes.es/rubio/”]
“Before I’m 26” subía de nuevo la intensidad bajo las baquetas de Esteban Alarcón, que propulsó el tema en un final épico que entrelazó la intensidad del chelo con una base cortada de corte rock. David Lads ocupaba los mandos del piano para “The world you live in” y nos dejamos envolver por una instrumentación cargada de detalles que abrigaba a Cristina como un abrazo. Se iba acabando la fiesta y Rubio se despedían con “Come back”, que comenzaba sobre piano y chelo para dejarse romper por la batería de Esteban y alzarse de nuevo lleno de energía. El juego de dinámicas empujaba y sostenía el aire y el estribillo nos elevaba extasiados tras Cristina para explotar en un final super intenso.
No podía quedar ahí la cosa y Cristina y Javi volvían para tocar “Stay”. Ella estaba sentada en la escalera que sube al escenario y cantaba con toda la dulzura del mundo, con esos graves que se te meten dentro y los sientes reposar, y de vez en cuando se le escapaba una sonrisa al mirar a los que estábamos ahí adorándola embobados. Fue un momento precioso. Íntimo a pesar de ser tanta gente y grande a pesar de que ella estaba prácticamente entre nosotros. Magia.
De nuevo todos al escenarios para cerrar un concierto que se había hecho corto. Pero cuando Rubio se despiden se despiden bien, y nos tenían preparado el ritmazo de “Troublin’ my mind”, que puso al Teatro Alfil entero a bailar y a cantar ese estribillo que se te mete dentro y se queda. Ese aire funk, esos vientos, ese hammond salpicado… Ese puente es un círculo vicioso del que no quieres salir y que explota en un último billo por todo lo alto. Eso es despedirse bien!