Kitai prende fuego a La Riviera en un desparrame de energía, música y color. A caballo entre la oscuridad de sus ritmos pesados y el brillo metálico y casi Funk de sus riffs. Todo recubierto de una de las puestas en escena más vibrantes del panorama y espolvoreado con un fino toque de locura trastornada y onírica. Prometían fuego y consumieron hasta las brasas.
Bárbara Téllez (@BbEmergentes)
La Riviera hervía de nervios y es que, paradójicamente, el #RetoKitai24h nos había dejado con ganas de más. No puedo decir que me sorprendiera ver a toda esa gente ardiendo de nervios. Al fin y al cabo las redes de las últimas semanas venían alimentando el hype. El término “leña al fuego” es bastante apropiado para la ocasión, pero prometo intentar cortarme con las referencias fáciles al álbum “Pirómanos”. O no, ya veremos.
Abrían los siempre explosivos Echo y me consta que dieron un buen espectáculo. Digo esto porque me los perdí, y ya me jode, pero quería pasar por la manifestación del 8M. Me encanta Echo, pero estoy segura de que ellos lo entenderán.
Llegué justísima pero a tiempo de ver como los Kitai salían al escenario a desparramar su energía por todas partes. Los 3 temas que pasé en el foso fueron un disparo a quemarropa. El bajo de Fabio me golpeaba en el pecho mientras intentaba concentrarme en las fotos. La vista se me iba detrás de los oídos y recorría el escenario de lado a lado tratando de verlo todo.
Las caras de los Kitai eran un poema. Estaban centrados, echando el alma y disfrutando de tocar. Álex se doblaba y se retorcía, recorría el escenario casi enloquecido. Yo le perseguía a través del visor y esperaba. Esperaba ese fogonazo de luz, ese golpe de cuerpo, ese momento en que se retira el pelo de la cara y desafía al público con la mirada de un animal al acecho.
Cuando salí del foso me metí entre la gente esperando rebajar la intensidad. Parezco nueva. Si la primera línea te deja restos de pólvora en la ropa, el tumulto te envuelve y te empuja. De alguna manera la gente te alimenta. Las manos alzadas, las voces a gritos… todo aquello avivó el fuego que habían prendido los Kitai y yo no pude hacer más que dejarme llevar.
Álex se doblaba y se retorcía, recorría el escenario casi enloquecido.
Canté como una descosida. Recuerdo moverme entre la gente con “H2O” en los labios y hacer amigos saltando con “Animal”. El momentazo de: “Nuestra luz es vuestra” para abrir el camino de todos los “Pirómanos”. Lo tremendo que fue cuando se subió a tocar las teclas Juanma Latorre. La ola que nos envolvió cantándole “Lejos” a Nikone mientras él rimaba por encima.
Reconozco que me pillé sonriendo entre tema y tema. Que me gustaron las referencias al Día de la mujer y los agradecimientos al equipo. Que la foto que más me gusta de la noche se la hice a Edu mientras señalaba a alguien del público. Me siento mazo tentada de hacer un meme tipo: “Hemos reventado La Riviera, y lo sabes”.
Pues sí la reventaron. La pusieron a saltar y a gritar y convirtieron el concierto en una celebración. Bailé como una loca con “Riviera Maya” y me dejé romper por los cortes limpísimos de “Cadáver exquisito” (en serio Deivhook tenía el menisco roto? Mis dieses, de verdad. Me dejas loca).
Había ratos en los que mis oídos dominaban a mis ojos y se me iban a las manos de Edu. Entonces él apretaba los labios anunciando tormenta y mi cerebro de fotógrafa ponía orden y me instaba a congelar ese momento.
Mi cerebro de fotógrafa sufrió mucho aquella noche porque quería capturarlo todo y no podía. Tenía una cuenta pendiente con “Superior” y me jugué la vida para pescar a Deivhook tocando sobre la gente cuando sacan la batería al público. No hice la foto que tengo en la cabeza, pero ya habrá más ocasiones y esto no quedará así.
Tampoco quedaría el concierto ahí porque, aunque lo de la bate lo hacen siempre al final, aún faltaba un asunto por zanjar. Los Kitai habían prometido disfrazarse para celebrar el Record Guiness y llevábamos semanas echándonos unas risas con las votaciones y disfrutando de la expectación.
Toda la espera del mundo mereció la pena por esa salida al bis de Leonardo, Súper Mario, La Cosa y Harley Queen. Qué desfase. Qué revoltijo de colores que mezclaba la locura desenfrenada y el instinto asesino con referencias inocentes a la infancia de todos (bueno, igual inocentes no). Y, a todo esto, los dinosaurios gigantes por el medio, las luces, el humo… Y tú gritando y cantando y dejándote llevar por el viaje. Tremendo.
Y tú gritando y cantando y dejándote llevar por el viaje. Tremendo.